Sentía verdadera admiración por ti. Podía observarte durante horas mientras
te vestías, te maquillabas, te colocabas cuidadosamente los complementos y te
perfumabas. Aquel perfume era tan especial… Y por fin, el bolso, que
siempre conjuntabas con preciosos zapatos de tacón. Eras perfecta y, sin
embargo, había algo más. Tenías una rara afición. De vez en cuando solías
escribir en tu cuaderno. Era un cuaderno sencillo con la portada en gris. Un
cuaderno exquisitamente cuidado en el que anotabas, siempre en presente, la
vida que deseabas vivir. Tus deseos en presente.
Cuando te fuiste se fue contigo aquel cuaderno y a menudo me pregunto
si tus sueños se hicieron realidad, mamá.
Ya me gustó mucho este microrrelato cuando lo leí por primera vez. Ahora me ha seguido gustando. Aún màs si cabe.
ResponderEliminarGracias por pasearte por mis cuentos y gracias por comentar.
ResponderEliminarEstoy segura de que si crees en ello con fuerza puede llegar a hacerse realidad, mamá.
ResponderEliminarClaro que sí, Paola, siempre es posible.
ResponderEliminar:)